Hace unas semanas, decidí tomarme un descanso de las redes sociales. Fue una pausa refrescante, aunque la verdadera joya de esta desintoxicación digital fue la “limpieza virtual de la casa”.
Empecé a dejar de seguir cuentas que ya no me servían y, al hacerlo, mi algoritmo se aligeró y se alineó más con mi energía. De repente apareció en mi feed un post que me llevó a reflexionar profundamente sobre dos conceptos: logro y expansión.
Al crecer, me enseñaron que los logros eran la clave del éxito. Desde los primeros años de escolarización, creí que ser un triunfador era sinónimo de ser inteligente, capaz y valioso. Los logros eran la medida de mi potencial. Cuanto más conseguía, más demostraba mi valía al mundo.
Y, por supuesto, los logros son esenciales en algunas etapas de la vida. Por ejemplo, los atletas de alto rendimiento. Toda su carrera gira en torno a hitos mensurables: velocidad, fuerza, resistencia. Para ellos, y en determinados contextos como la rehabilitación o el desarrollo, alcanzar logros es necesario para crecer y progresar. Incluso un bebé que da sus primeros pasos, un logro monumental, sienta las bases de todo el desarrollo futuro.
Pero a medida que voy madurando, me doy cuenta de que los logros pueden ser útiles, pero también pueden convertirse en una pesada carga. Hay una presión externa innegable, una fuerza invisible que me empuja a “conseguir” algo constantemente. Y junto con ello viene el estrés, el control y, a menudo, la insatisfacción.
Así que empecé a preguntarme ¿Qué pasaría si en lugar de perseguir el logro, tomara la expansión como mi leitmotiv?
El paso del logro a la expansión
El mero hecho de decir “expansión” es como un soplo de aire fresco, ¿verdad? Cuando pienso en expandirme, mi cuerpo se relaja de forma natural. Mi mente deja de lado la necesidad de controlar o aferrarse a un resultado concreto y, en su lugar, se abre a las posibilidades que hay por delante. La expansión no se centra en un objetivo estrecho y fijo; se trata de ampliar horizontes y abrazar lo desconocido. Es un viaje, no un destino.
Imagina que el mercurio se funde: su forma líquida se extiende sin esfuerzo, adoptando nuevas formas sin resistencia. Así es como se siente la expansión: fluida, en constante crecimiento y llena de potencial. No se trata de ganar o de conseguirlo; se trata de evolucionar, dilatarse, ensancharse y permitirse ocupar el espacio de un modo que me haga sentir libre, auténtico y alineado.
Apliqué esta nueva perspectiva a mi práctica diaria. Solía abordar mi sadhana (práctica espiritual diaria) con un objetivo concreto, desde cambiar mis creencias limitadoras hasta alcanzar un hito como 40 o 1.000 días de meditación. Pero hoy, me siento en mi esterilla sólo para dejar que mi práctica se expanda conmigo. No busco conseguir nada concreto. En lugar de ello, me permito fluir en la expansión, dejando que mi cuerpo, mi mente y mi energía crezcan a su manera, más allá de las expectativas limitadas de mi mente.
Y ésa es la belleza de la expansión: no hay presión, ni control, ni un resultado rígido. Es ingravidez, crecimiento, misterio y relajación, todo en uno.
Expansión en la vida cotidiana
Esto no significa que los logros sean irrelevantes: tienen su lugar. Sigo honrando los logros pequeños pero significativos, como hacer mi rutina diaria de 45 minutos de pesas para aumentar la masa muscular, como me recomendó mi traumatólogo, o completar tareas laborales que me hacen sentir productiva cada día. Pero ahora, estos logros no me definen. ¡Son simplemente hitos dentro del gran viaje de la expansión!
La vida es equilibrio, entre alcanzar y expandirse. Mi oración es que todos encontremos el valor para abrazar la expansión, buscando y dejando entrar experiencias que nos permitan vivir la inmensidad del Infinito. Quizá la próxima vez que tengamos que tomar una decisión, podamos preguntarnos ¿Esto me expandirá o no?
¿Listo para expandirte? Prueba esta meditación GRATUITA
“Concéntrate muy humildemente, porque cuando hay concentración, las glándulas trabajan en exceso y se sobreexcitan. Debido a esta estimulación del sistema endocrino, ésta es una buena meditación para practicar el día de luna llena. Potenciará tu resplandor interior”.
Meditación para experimentar el Yo Expandido
Instrucciones
- Siéntate en una postura meditativa cómoda, con la columna recta.
- Apoya las manos en una posición cómoda de tu elección.
- Respira con normalidad.
- Los ojos están cerrados.
- Imagina que estás en una montaña y miras hacia abajo, hacia el pueblo o la ciudad en la que vives. Comprende que lo que estás viendo está realmente dentro de ti. Imagina el tamaño que debe tener tu cabeza y piensa en todo lo que puede contener. Ahora sube en el aire hasta que puedas ver todo Estados Unidos. Ve más allá y contempla toda la Tierra. Comprende que todo el planeta está en tu cabeza. Amplíate y ve el sistema solar. Luego ve el Universo entero. Conviértete en el Universo entero pero sigue estando en el cuerpo. Siente las enormes cantidades de energía que fluyen por el cuerpo. Expande el pequeño “yo” en un gran “yo”. Ve más allá del tiempo e intenta abarcar el infinito. Expándete en la inmensidad de ti mismo. En esta inmensidad, ve la luz de la pureza. Es una luz suave, simple y resplandeciente. Ahora imagina que esta luz brillante, suave, hermosa y pura está en el centro de tu cabeza. Concéntrate en ella. Allí se encuentra la glándula pineal. Es una gema preciosísima que Dios ha puesto allí. No veas nada más que luz. Es luz azul. Es sutil; es cálida; es pura. Está en tu cabeza, pero es tan grande como el Cosmos. Conviértete en luz pura. Comprende que soy, soy.
Para terminar:
Inhala profundamente y exhala completamente 3 veces. Luego inhala y mantén la respiración; exhala.
More Related Blogs